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COÓ DE LAS CASTAÑAS

EL CARBÓN

EL CARBÓN “ DE COO”

Eran otros tiempos. La escasez de combustible se dejaba sentir sobre todo el país. El carbón era casi la única fuente de energía. Coo, el pueblo del valle de Buelna tenía una auténtica riqueza maderera y buena parte de ella la transformaba en carbón. Era el famoso “Carbón de Coo” no de cok del mineral inglés. Muy frecuentemente aquellos vecinos marchaban con su mercancía a Torrelavega y otros puntos de la provincia a servir pedidos. Las tintorerías, la industria, como la Forjas de Buelna, y los taxistas necesitaban de ese robleda quemado para obtener la necesaria fuerza motriz.
Quedan todavía en Coo, hombres que trabajan en el carbón hombres que nos contaban el proceso del carbón.
Se solían cortar unos trozos de madera de regular tamaño que variaba según los casos; luego, se troceaba en otros de menor tamaño. Con todos ellos se hacía una pila a la que se la dejaba en el centro un agujero vertical a modo de tiro y en el interior de la pila se situaba una madera seca; después se cubría todo el montón bien con rozo bien con helecho y se recubría con una nueva capa, ahora de esa tierra negra que se llama “cisco”. Se prendía fuego por la parte alta de orificio para que cayera al fondo, hasta la madera seca y así comenzaba la combustión de abajo arriba, mientras se maceaba constantemente para evitar una combustión excesiva, logrando, al mismo tiempo, hacer compacta la pila. Acto seguido, con un carrasco de acebo se “refreía” la superficie y se sacaba con un picacho muy grande.
Matices de fabricación aparte, este era el proceso en líneas generales. Nos aseguraban que el carbón de madera de roble era muy bueno, aunque tal vez lo superaba el de encina. Cada uno de aquellos montones de madera equivalía a unas cinco toneladas, que quedaban reducidas a tan sólo una y media al final del proceso.
Uno pensa si la actual crisis energética no volverá a hacer valer el viejísimo sistema.

EL RITO DE LA MAGOSTA Y LAS PANDERETERAS
Soy de Coo y vengo de Coo, el pueblo de las castañas. Mucho me gustan cocidas, pero mucho más asadas. Al chisporrotear del fuego de la tarde de octubre, la pandereta apaga el murmullo de leña y las canciones salen de todas las bocas. Las mujeres mayores animan el cotorro, mientras, de cuando en vez la hoguera vomita la extraña lava de las castañas puestas a asar. Cuando se considera lista la magosta se sacan aquellos frutos del rescoldo; se consume al manjar obsequio del bosque y la plaza continúa esa particularísima fiesta, al son de los ancestrales instrumentos, en plena algaraza.

¿Quiénes son las pandereteras de Coo?
Casi todas las “viejas”; pero también los chavales suelen aficionarse y el día de la “magosta” salen a la plaza a tocar.
Costumbres que se guardan, aun cuando el motivo ya no exista, puesto que las castañas base del alimento de no pocos de nuestros pueblos en las épocas difíciles, hoy son sólo manjar de los animales del bosque. Pero la tradición es la tradición y cuando el otoño llega y los vientos agitan aquellos árboles, se produce como una llamada en lo más recóndito del alma de cada uno de aquellos habitantes, q ue les hace ponerse en marcha hacia el bosque, para recoger el sobroso fruto y cumplir fielmente el rito de la magosta.

2 comentarios

pepe -

Es un pueblo muy bonito

ángeles -

Esto es una prueba