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COÓ DE LAS CASTAÑAS

Desde la antigua carretera nacional 611 a su paso por Barros el viajero interesado en pueblos con solera bien podría hacer un alto en el camino y tomar el cruce que le llevará directamente a Coo. Solera, porque si se tiene como base las primeras constancias de existencia de la Junta Vecinal de Coo, la única con este rango del muncipio de los Corrales de Buelna, bien se puede decir que en este año cumple 700 años de historia.
En 1301 ya se habla de una Junta que por entonces contaba con dos barrios, Pereda, hoy Perea, y La Gesa. Siete siglos más tarde en un buen conservado Coo podemos pasear por esos barrios y además por muchos otros, como Pumarejo, Llano, Barcenías, La Torre, La Cotera, La Fuente, La Canal La Halguera, y algunos más.
La pervivencia durante ese tiempo sé cimentado en los montes que circundan el pueblo, 1.700 hectáreas propias y otras 1050 pro-indiviso.
De ahí parte una de las actividades que popularizó el pueblo de Coo, la elaboración de carbón en sus espectaculares bosques, con un gran auge en el siglo XIX, riqueza que exportaba a las fábricas de los Corrales de Buelna y Torrelavega. Pero no sólo exportaba carbón, también carboneros, famosos, muchos de ellos, en Asturias.
Aprovechamiento de unos bosques aún repletos de grandes acebos, hayas, pinos o, como no, castaños. Por ello, y fue en 1374, surge, el nombre patronímico de Coo de las Castañas.
No del todo coinciden con la actual carretera, que data de 1943 y que tiene uno de sus motivos en la contraprestación de haberse llevado la Casa Capitular de San mateo a los Corrales, se utilizaba para transportar carbón el Camino Real, vía de comunicación que hoy ha sido restaurada para el disfrute de los habitantes de Coo.

Cerrando el capítulo de bosques, recomendación para visitar uno de los mejores robledales del norte, junto a zonas de abedules magníficas.
También en el siglo XIX destacan los molinos en Coo, un tiempo en el que llegaron a funcionar cinco, según los lugareños.
La ganadería, con una de las mejores cabañas de la comarca, tiene su punto álgido hoy en la finca que el Gobierno regional de Cantabria tiene en los montes de Coo, La Jarrizuela, explotación que ha repercutido económicamente en el pueblo con acuerdos a tres bandas, Junta Ayuntamiento y Consejería de ganadería que han posibilitado fuertes inversiones en su territorio.
Y gestionando esa riqueza, mayoritariamente, la mujer, una presencia, que se hizo notar en la Junta Vecinal que tras 700 años guarda esa tradición con tres mujeres al frente y una presidenta. Isabel Fernández Quijano. Mujeres como Nicanora Mier, carbonera durante muchos años que fallecía tras cruzar el 2000 con 106 años de edad con una historia detrás tan notable como su fuerza, heredada de una madre que también sobrepasó el centenar de años.
En este aspecto de personalidades destaca en Coo Manuel Riaño, hombre que llegó a ser obispo en una de las mayores poblaciones de China. Nació en el Barrio de la Canal en 1829, fallecía en 1884, siendo enterrado en el Convento de Santa Teresa de Avila, desde donde la Junta Vecinal quiere traer sus restos a la iglesia de San martín.

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Este es uno de los dos edificios religiosos que enmarcan la población. La primera que el viajero se encuentra es la ermita de Los Remedios. Por ello las dos fiestas de Coo son Los Remedios, el segundo domingo de septiembre, y San Martín, el 11 de noviembre.

Y es que al pueblecito de Coo, bien se le puede llamar villa, Nuestra Señora a la entrada y San martín a la Salida.
Fluye por la localidad del río Mortera, con múltiples afluentes que riegan buén agua todo el término de la Junta, agua repartida en fuentes como la papuda, que en cualquier época del año tiene el mismo caudal, Fuentuca, Tobía, Arnicio.
Para terminar destacar los buenos jugadores de bolos que han salido de los boleras de Coo, pueblo en el que llegaron a funcionar seis corros, las buenas voces y la afición por la caza con más de 100 personas integradas en un buen número de cuadrillas locales.

EL CARBÓN

EL CARBÓN “ DE COO”

Eran otros tiempos. La escasez de combustible se dejaba sentir sobre todo el país. El carbón era casi la única fuente de energía. Coo, el pueblo del valle de Buelna tenía una auténtica riqueza maderera y buena parte de ella la transformaba en carbón. Era el famoso “Carbón de Coo” no de cok del mineral inglés. Muy frecuentemente aquellos vecinos marchaban con su mercancía a Torrelavega y otros puntos de la provincia a servir pedidos. Las tintorerías, la industria, como la Forjas de Buelna, y los taxistas necesitaban de ese robleda quemado para obtener la necesaria fuerza motriz.
Quedan todavía en Coo, hombres que trabajan en el carbón hombres que nos contaban el proceso del carbón.
Se solían cortar unos trozos de madera de regular tamaño que variaba según los casos; luego, se troceaba en otros de menor tamaño. Con todos ellos se hacía una pila a la que se la dejaba en el centro un agujero vertical a modo de tiro y en el interior de la pila se situaba una madera seca; después se cubría todo el montón bien con rozo bien con helecho y se recubría con una nueva capa, ahora de esa tierra negra que se llama “cisco”. Se prendía fuego por la parte alta de orificio para que cayera al fondo, hasta la madera seca y así comenzaba la combustión de abajo arriba, mientras se maceaba constantemente para evitar una combustión excesiva, logrando, al mismo tiempo, hacer compacta la pila. Acto seguido, con un carrasco de acebo se “refreía” la superficie y se sacaba con un picacho muy grande.
Matices de fabricación aparte, este era el proceso en líneas generales. Nos aseguraban que el carbón de madera de roble era muy bueno, aunque tal vez lo superaba el de encina. Cada uno de aquellos montones de madera equivalía a unas cinco toneladas, que quedaban reducidas a tan sólo una y media al final del proceso.
Uno pensa si la actual crisis energética no volverá a hacer valer el viejísimo sistema.

EL RITO DE LA MAGOSTA Y LAS PANDERETERAS
Soy de Coo y vengo de Coo, el pueblo de las castañas. Mucho me gustan cocidas, pero mucho más asadas. Al chisporrotear del fuego de la tarde de octubre, la pandereta apaga el murmullo de leña y las canciones salen de todas las bocas. Las mujeres mayores animan el cotorro, mientras, de cuando en vez la hoguera vomita la extraña lava de las castañas puestas a asar. Cuando se considera lista la magosta se sacan aquellos frutos del rescoldo; se consume al manjar obsequio del bosque y la plaza continúa esa particularísima fiesta, al son de los ancestrales instrumentos, en plena algaraza.

¿Quiénes son las pandereteras de Coo?
Casi todas las “viejas”; pero también los chavales suelen aficionarse y el día de la “magosta” salen a la plaza a tocar.
Costumbres que se guardan, aun cuando el motivo ya no exista, puesto que las castañas base del alimento de no pocos de nuestros pueblos en las épocas difíciles, hoy son sólo manjar de los animales del bosque. Pero la tradición es la tradición y cuando el otoño llega y los vientos agitan aquellos árboles, se produce como una llamada en lo más recóndito del alma de cada uno de aquellos habitantes, q ue les hace ponerse en marcha hacia el bosque, para recoger el sobroso fruto y cumplir fielmente el rito de la magosta.